Carlos Arredondo
Edinburgh, June 2005
Un
saludo a la bandera chilena!!
Y
si de esto se tratase
no me subyugaría a que se me viera
como un día indisciplinado
alejándose enfadado de la vida.
No
nací ni de un de un cuesco de membrillo
ni de un infortunado hueso.
Vine, para que se me disfrutase,
de un palpitante corazón
listo para presenciar
los castigos a la humanidad.
No
creo que vine a este mundo para saludar banderas ni cantar himnos
nacionales. Tampoco para reflejarme en alguna religión y pasar
por tonto
frente a mis semejantes. Más que nada vine para disfrutar lo mejor
del ser,
sus cordilleras y sus posibilidades. He aquí donde nazco para conocerles
y
verles a todos desde muy cerca comenzando desde lejos: desde mi cuna materna.
Quiero entender y aprender tantas cosas. Quiero decir, a mi modo, tantas
cosas.
Quiero
la libertad para los que la necesitan
Odio la libertad de los opresores.
En buena ley, creo, todo seria perfecto
si con el correr de las siluetas
todo el que tiene poder
fuera capaz de denunciar, con la paz en las manos,
la opresión cobijada bajo tantas y coloridas banderas al viento.
Y en este
perenne, inmoral y complicado mapa psicológico,
veo reposando,
al amparo de siniestras e enigmáticas
injusticias tantas veces cometidas,
generosas virtudes en la raza humana.
Asi
es, en estos contrariados matices, percibo
alarmantes decepciones que equivalen a
los clásicos cartílagos rotos de nuestras cansadas piernas,
que como aquellas sangrantes costillas de cristo,
y las rotas narices de San Isidro,
no apuran mis pasos para que me una,
con diabólica sabiduría,
a que me masturbe en honor a la justicia chilena y que,
Carajo!!, salude con ardor: bandera, Patria y Libertad.
Bueeeeeennn
de todo Teniente!
Bieeeeeeennn
del todo General!!
Bieeeeeeennn
hecho soldado de la patria!!
hombres,
mujeres,
jovenes,
niños y
guaguas
abuelos y abuelas
fueron sus victimas.
Sin
embargo, todos me dicen: honorable caballero por las desventuras de tantos
cuerpos desaparecidos.
Solo fueron las circunstancias del siglo 20
y de un país, el de donde yo vengo,
que en un punto de su historia fue infame y mediocre.
|