Violencias
 


Carlos Arredondo
Edinburgh, June, 2005

Como para no recomendarlo a nadie porque…
¿Qué se hace si a tu casa de noche o de día
se te allegan armados, hasta los dientes,
unos intrusos en uniforme pertenecientes al estado de Chile
y estos se te congregan gritando groserías por la puertas y
las ventanas
para darte o
un porrazo,
un balazo,
o
un cuchillazo
por las narices y por los ojos
frente:
a tu esposa,
tus hijos,
tus padres
o tus hermanos ?

Fue un ultraje
a la decencia de un país andino
claro:
muchos de nosotros,
queriendo y pidiendo,
no nos va de ser participe de la desesperanza
final de lo absurdo. Porque a pesar de tantos ojos llorosos,
muchos se fueron de Chile
en disgusto y con miedo en los pantalones. Ahí me encuentro yo.
A muchos los echaron como paquetes
y amarrados
en los aviones.

Entidades del estado con sus orgullosas banderas
crearon una situación de guerra y de odio entre los chilenos
para dejar tranquilo a los dueños de Chile, a Nixon y a Kissinger.
Guerra civil no hubo.
Las fuerzas Armadas organizaron matanzas de chilenos de Allí,
Y solo desde allí, entendemos la defensa de la democracia a piedrazos
y manos limpias entre la población de civil.

Sabia usted… que
la Justicia, en épocas de Pinochet
se hecho a volar. Se hizo humo.
El Mercurio, la papelera,
Las "arisctocracia" de Chile
Los de las banderas alegres del 11 de Septiembre
todos
se hicieron humo para
ocultar las desgracias de tantos y
hoy 30 años después ,
sabrosamente,
pornográficamente
los ladrones del Estado,
las Fuerzas Armadas,
los financieros
todos
disfrutan sus edificios,
sus parcelas,
sus caballos,
sus derechos democráticos
sus derechos humanos
ganados
no en las barracas del ejército,
no en los buques ni los submarinos de la armada,
no en las alas de los aviones de guerra de la Fuerza Aérea,
no en las Juanitas de los carabineros
no en la Dehesa
no en los barrios de Providencia o las Condes,
no en las salas de la Cortes de Justicia,
no en el club de la Unión
no en la bolsa mercantil de Santiago
no en la Moneda
sino que con tristezas y esfuerzos libertarios
en las calles
de las poblaciones obreras
escenario desigual
de las luchas populares.
No olvido tus quemaduras
Carmen Quintana.
No las olvido.

Yo desde lejos y muy tranquilo
solo pude saber de esto
para después
con brío,
cantar con el alma
a las latitudes extremas
para hacerlo saber.

 

 
© Carlos Arredondo 2007