Silencios

Edimburgo, Marzo 2007

Y allí se quedan silenciosos
aquellos que no sienten emoción.
Ellos
los únicos,
los imprescindibles, los invisibles, hacen del silencio su arma de guerra.

Se quedan callados por la rabia o "por la falta de tiempo".

Se quedan mudos para no dar satisfacción al que no consideran con gusto.

Los ejemplos abundan: en los seres de cartón y de fierro.

¡Uy! Si soy tan directo con mis sentimientos.
Y allí se quedan silenciosos
aquellos que no sienten emoción ni con ellos mismos.

Ellos
los únicos,
los imprescindibles, los invisibles, hacen del silencio su arma de guerra.

Callan sus bocas,

callan sus sentimientos,

callan sus adioses,

callan sus medallas.
Ellos
los únicos,
los imprescindibles, los invisibles, hacen del silencio su arma de guerra.

¡Uy! Si soy tan directo con mis sentimientos.
Sus pesados brazos talvez: no se atreven a escribir ni a un amigo ni a un familiar
ni a un camarada.

El camarada queda pensativo, anonadado, algo a si como: desanimado
destruido por la falta de respecto.

Y allí, como piedra se quedan silenciosos aquellos que no sienten emoción.
Ellos
los únicos,
los imprescindibles, los invisibles, hacen del silencio su arma de guerra.

Silencios que al meno a mi no me echan abajo. Tengo tanto que hacer todavía.

¡Uy! Si soy tan directo con mis sentimientos.
Los silencios me llaman la atención: es el vacío del desierto, la punta de una
montaña, el fondo del océano. Lo mas negro del alma.

Es el gran espacio donde duermen las estrellas, el sol, la luna, la envidia, el
resguardo caprichoso del ser humano. Ahí si que no llego.